Retrato femenino

Nos encontramos ante una obra de juventud, adscrita a un realismo muy libre. Esta figura, de expresión rotunda y casi ciclópea, se basa en una pincelada generosa y un excelente dibujo, aspecto que caracterizará la mayor parte de la obra posterior del José Luis de Dios, hasta hacer de la línea un elemento con significado autónomo. Como corresponde a esta etapa, retrata al ser humano en su entorno cotidiano, en este caso a una mujer ensimismada, pero la sitúa ante una superficie neutra, todavía libre de la multiplicidad de objetos y figuras que, años más tarde, acabarán por poblar todos los rincones del lienzo. Movido por su estado emocional y tratado con una libertad absoluta, el cromatismo, que ya comienza a percibirse arriesgado, constituye un elemento determinante en la caracterización tanto del personaje como de la atmósfera que lo rodea.