
Aquiles descubierto por Olieras
El autor
Desconocemos al autor de este cuadro, a pesar de su segura pertenencia al círculo de Pedro Pablo Rubens. En el siglo XVII era muy habitual que los grandes maestros contaran con un taller propio en el que trabajaban muchos colaboradores. Rubens reservaba los grandes encargos para sí mismo, otros cuadros los comenzaba él y después eran finalizados por sus seguidores y, en otros casos, eran los propios discípulos los que ejecutaban toda la obra. Algunos de estos alumnos, cuando alcanzaban su madurez, se independizaban del maestro y seguían sus propios caminos.
Aunque no sea de su puño y letra, en esta obra vislumbramos algunas de las claves que caracterizan la pintura de Rubens, como la exquisita utilización de los colores, la abundancia de personajes en la escena y la rotundidad de las figuras femeninas.
El mito
Aquiles, hijo de Peleo y de la diosa marina Tetis, es uno de los héroes singulares de la mitología griega. Aparece en muchos escritos y leyendas de la antigüedad, como la Ilíada de Homero, en la que se nos cuenta la cruenta guerra de Troya.
Lo sucedido en la laguna Estíxia marcó para siempre la vida del héroe de la Ilíada. Cuenta esta historia que siendo un bebé, su madre –la diosa Tetis- sumergió a Aquiles en aquellas aguas con el fin de hacerlo inmortal para que nadie le pudiera hacer daño. Como era un bebé y tenía miedo a que se ahogase, Tetis cogió al niño por los tobillos y lo introdujo en la laguna, sin darse cuenta de que uno de los talones había quedado sin mojar. Este sería a partir de entonces su punto débil; y de ahí viene el dicho del “talón de Aquiles”.
Aquiles creció, convirtiéndose en el guerrero más poderoso de la antigua Grecia. Un hombre casi invencible, un guerrero que infundía temor y respeto a sus enemigos. Además, aquella fue una época convulsa de desórdenes y guerras, siendo lo más importante de estos conflictos la que enfrentó a griegos con troyanos.
Aquiles fue llamado a la guerra de Troya, pues era considerado una garantía para el éxito del bando griego. Tetis, que sabía por un augurio que su participación en esa guerra tendría consecuencias trágicas, decidió esconderlo en el palacio del rey Licomedes para evitar su partida a Troya. Aquiles vivió un tiempo en ese palacio y, para no llamar la atención, se hizo pasar por una princesa llamada Pirra. Viviendo en el palacio se enamoró de Deidamia, una de las hijas del rey, y con ella tuvo un hijo al que llamarían Neoptolemo.
Aquiles vivía en el palacio rodeado de lujos y ajeno al conflicto que azotaba los pueblos del mar Egeo. Fue de este modo hasta que los griegos comenzaron a sentir su ausencia y comenzaron a buscarlo, sabedores de que su participación en la guerra era fundamental para la victoria. Fue el más perspicaz de ellos, el héroe Ulises, quien lo encontró.
Ulises ideó un plan para desenmascarar al guerrero travestido. Fue de visita como si fuera un mercader que hacía una visita de cortesía a las princesas del palacio. Así, llevaba un baúl lleno de regalos para ellas: alhajas, vestidos, espejos... y entre todas esas cosas introdujo el casco, la espada y el escudo de Aquiles. Las princesas fueron pasando una a una cogiendo el regalo que más les gustaba. Cuando llegó el turno de Pirra (el héroe Aquiles disfrazado) no pudo resistirse ante la visión de su armadura; colocándose el casco y agarrando la espada con fuerza. Fue en ese rato cuando Ulises lo agarró por el vestido y lo desenmascaró delante de toda la corte del rey.
A Aquiles no le quedó más remedio que abandonar el confortable palacio y marchar con Ulises a la guerra de Troya, abandonando para siempre a su amada Deidamia. La participación de Aquiles en la guerra de Troya fue heroica, siendo una de las claves de la victoria de los griegos sobre los troyanos.
La muerte de Aquiles en la guerra de Troya era un hecho que su madre Tetis conocía: una vida corta y llena de gloria o una vida larga de mediocre existencia. El destino de Aquiles era el de convertirse en el guerrero más poderoso que la historia pudiera recordar, a costa de tener una muerte muy temprana.
Cuando los griegos consiguieron superar las fortísimas murallas de Troya gracias la argucia de Ulises, que construyó el célebre caballo de Troya, se desencadenó una gran batalla en la que el guerrero Paris lanzó una flecha que clavó justamente en el único punto débil de Aquiles: ese talón que su madre había olvidado sumergir en la laguna Estigia.
El cuadro
El ciclo mitológico troyano, recogido en la Ilíada y en la Odisea, es uno de los más representados en la historia de la pintura.
En este cuadro vemos a dos de los personajes principales del mito: Aquiles y Ulises. Aquiles se esconde, por indicaciones de su madre, en el palacio del rey Licomedes, haciéndose pasar por una princesa, con el objeto de no ir a la guerra.
Ulises, sospechando que Aquiles está escondido en el palacio, lo va a buscar, haciéndose pasar por un mercader. Cuando Ulises saca sus mercancías, entre las alhajas y los vestidos aparecen un escudo, un casco y una espada. Aquiles, entrenado desde niño y acostumbrado a la guerra, no se puede resistir a empuñar las armas y, justo en ese instante, Ulises descubre que la princesa del vestido rosa era, en realidad, el héroe de la guerra de Troya.
La obra ponen de manifiesto la astucia de Ulises, y el destino ineludible de Aquiles como guerrero y héroe que morirá de manera prematura.