Colmeiro, Manuel
Manuel Colmeiro Guimarás (Silleda, Pontevedra, 1901-Salvaterra de Miño, Pontevedra, 1999). Con tan sólo 12 años emigra a Buenos Aires para reunirse con sus padres. Allí comienza su formación en la Academia de Bellas Artes, que deja para formar un grupo de trabajo con otros escultores y pintores. En 1926 regresa a Galicia y comienza su relación con los que, como él, formarán el grupo de Os Novos. Asiste a las tertulias del café Español y el Derby en Santiago de Compostela. En 1928 recibe una beca de la Diputación de Pontevedra que le permite viajar a Madrid y Barcelona, donde realizará exposiciones y se relacionará con importantes creadores y críticos.
El estallido de la Guerra Civil provoca su marcha a Buenos Aires, donde realiza exposiciones y evoluciona su pintura, pues investiga y se interesa por el paisaje, el bodegón, explora la abstracción y la pintura mural, dejando algunos ejemplos de ello en Buenos Aires. En 1949 se marcha a París, donde Colmeiro y su mujer vivirán cerca de cuarenta años hasta regresar a Galicia y fallecer en 1999. Esta estancia supone un cambio en su pintura, que pasa del marcado carácter tosco hacia una potenciación de la luminosidad. En sus obras representa los quehaceres del campo: el trabajo de los hombres, sus ferias y romerías, los objetos humildes de la vida cotidiana (como el pan) o los paisajes. En torno a los años treinta, su pintura se define por una tosquedad que refleja la influencia del románico, vinculada la estética del granito y queda lugar a figuras hieráticas y monumentales. Su principal inspiración se encuentra en el mundo rural gallego, en la singularidad que hay en él. Representa sus paisajes, sus gentes, su luz.
En su pintura, la figura femenina cuenta con un importante simbolismo que lo pone en relación con el resto de los renovadores, la mujer es esa mujer campesina y trabajadora del mundo rural gallego que evoluciona hacia concepciones pictóricas universales. Por otro lado, el pan está muy presente en los bodegones que realiza por su doble simbología, ya que es un alimento fundamental para los campesinos y es amasado precisamente por las mujeres, esas panadeiras que también forman parte de su imaginario. La luminosidad de sus obras se encuentra en los colores intensos que, en cierto modo, muestran una influencia del fauvismo y de otras vanguardias históricas europeas que pudo concer durante su estancia en París.