Aldea gallega

Partiendo inicialmente de conceptos románticos y siendo conocedor de las composiciones y soluciones técnicas de la escuela de Barbizon y Corot o del estilo realista de Haes y Beruete. Serafín Avendaño desembocará finalmente en un estilo muy personal de marcado luminismo adquirido a partir de su establecimiento en Italia, donde comparte inquietudes con los integrantes de la Scuola grigia.

En 1893, antes de regresar definitivamente a Galicia, inicia una fructífera colaboración con la revista ilustrada Blanco y Negro, que continuará hasta 1911. En ese contexto pinta numerosas escenas típicamente gallegas, como esta Aldea gallega, en la que destacan, el encuadre fotográfico que da a la composición tan imitado por la pintura del momento, y, el tratamiento de la luz donde el artista plasma su personal estudio luminista contraponiendo planos de intensa luz solar junto a otros de sombras coloreadas, procedimiento al que habían recurrido y  difundido los impresionistas de modo persistente. 

Durante los años en que Avendaño colabora con la revista Blanco y Negro está germinando una nueva estética de sensibilidad identitaria en Galicia con la que podemos entroncar esta obra a través del cruceiro y la ambientación e indumentaria costumbrista.