Virgen de la leche
Ficha técnica
Obra restaurada
Os presentamos la actuación llevada a cabo en el museo sobre el cuadro La virgen de la leche -obra anónima del siglo XVI-, cuyo delicado estado de conservación supuso una ardua labor en el laboratorio de resaturación. El primer paso fue el diagnóstico y evaluación los daños producidos en la tabla, comprobando las grietas, las faltas y los sucesivos repintes a la que fue sometida a lo largo del tiempo. Posteriormente se intervino en ella, consolidando el soporte, procediendo a la eliminación de los repintes, a la limpieza de la capa pictórica y a la reintegración de las faltas, para finalizar con un nuevo barnizado que protegerá la pieza durante las próximas décadas.
antes
después
Después de muchos meses de intenso y minucioso trabajo, este espléndido cuadro -un importante ejemplo de pintura religiosa renacentista- vuelve a exponerse en el museo, donde luce mejor que nunca. Así, la institución cumple nuevamente con una de sus principales tareas, como es la protección y conservación de nuestro patrimonio artístico.
La Virgen María que viste un manto verde que le cubre la cabeza y una túnica abierta, sostiene al niño con el brazo izquierdo y le lleva hacia el pecho. El niño está desnudo sobre un cojín y sosteniendo una manzana. Ambos están situados bajo un dosel de cortinaje. Es una de las representaciones de la Virgen Madre, conocida popularmente como Virgen de la Leche. Este modelo de Virgen con el Niño alcanzó gran difusión desde el período gótico, conforme la doctrina de la Iglesia trataba de destacar la naturaleza humana de Cristo, en especial en su Encarnación y Pasión. Es una imagen que muestra los cambios producidos en el arte, que pasó a reflejar los ideales naturalistas y una nueva espiritualidad más intimista surgidos en el marco del humanismo renacentista. Las actitudes solemnes de época medieval dieron paso a representaciones más humanas y maternales en las que la madre se comunica con el hijo. Pero si el modelo de Virgen Lactante es un símbolo de la ternura maternal, los artistas expresaron con el gesto grave y meditativo de la madre el presagio del drama al que estaba destinado su hijo. El lenguaje simbólico de la imagen se veía reforzado con la incorporación de elementos como flores, frutos o pájaros, que encerraban un significado de tipo moral. En este caso, el niño aparece sosteniendo una manzana en alusión al pecado de Adán y la superación del pecado por la muerte en la cruz, pues tanto este, como otros frutos, solían asociarse con la finalidad redentora de su Encarnación.