Estamos ante una serie rodeada de incógnitas. Ni su cronología está cerrada, ni el título, orden o interpretación están claros. Podría tratarse de una crítica social o sátira política, aunque otra pujante teoría exploraría la relación de estas estampas con las tradiciones carnavalescas del momento, entendiendo esta fiesta como un periodo de permisividad y transgresión de las pasiones humanas.

Goya dota a las escenas de una dimensión universal y atemporal mediante la eliminación de los aspectos anecdóticos, imbuyendo a las figuras en un espacio que se aparta de toda concepción naturalista mediante lo hermético y nocturno, donde la imagen, congelada y silenciosa, prevalece frente a la palabra. La expresividad de sus rostros, casi mascarada, avanza el estilo de las Pinturas Negras como manifestación de un artista moderno en el que prevalece el poder absoluto de la imaginación.

Entre los fondos del Museo de Belas Artes da Coruña figuran 18 de las 22 que forman el conjunto. La serie fue donada al Museo por J. M  Pita Andrade en 1983 y corresponde a una edición que la Real Academia de San Fernando realizó en 1923.