LOS LIBROS COMO PUNTO DE PARTIDA

LOS LIBROS COMO PUNTO
DE PARTIDA

CICLO DE CONFERENCIAS

Museo de Belas Artes da Coruña. Asociación de Amigos del
Museo

 

Una selección de publicaciones especializadas
servirán como punto de partida para que sus autores podan exponer, analizar y
debatir con el público sobre diferentes aspectos relacionados con la historia y
la sociología de las artes, la arquitectura y el diseño, los procesos
creativos, al espacios para la cultura, el teatro y la literatura y tantas
otras manifestaciones vinculadas con el ámbito del pensamiento, de las artes y,
en definitiva, del fenómeno cultural.

 

La lectura en el siglo XXI

CESAR ANTONIO MOLINA

Viernes, 8 de marzo

20:00 h

 

César Antonio Molina (A Coruña) es
licenciado en Derecho y doctor en Ciencias de la Información. Fue profesor de
Teoría y Crítica en la Universidad Complutense y en la actualidad lo es de
Humanidades, Comunicación y Documentación en la Universidad Carlos III. Dirigió
el suplemento literario Culturas,
de Diario 16, e
instituciones como el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el Instituto
Cervantes. Fue ministro de Cultura. Poeta reconocido, excelente crítico y
ensayista, tiene una copiosa obra publicada que supera la treintena de títulos.
Donde la eternidad envejece,
el quinto volumen de sus Memorias de ficción, sigue la estela de Vivir sin ser visto
(2000), Regresar a donde no
estuvimos (2003), Esperando
a los años que no vuelven (Destino, 2007) y Lugares donde se calma el dolor
(Destino, 2009). En esta misma editorial ha publicado también su libro de
relatos Fuga del amor
(2005), traducido a varios idiomas. Ha recibido premios y, además, las más
altas condecoraciones de España, Francia, Italia, Portugal, Chile y la medalla
Castelao de Galicia. Actualmente dirige la Casa del Lector de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez

 

Mucho
se especula sobre el cambio de soporte de la lectura, la implantación
definitiva de la lectura en pantalla y la desaparición paulatina del soporte de
papel, pero a mí me preocupa más el ámbito y el estado de ánimo en cómo el
nuevo lector se enfrentará al texto salga de donde salga, pues como decía
Proust la lectura es una conversación con hombres mucho más sabios y mucho más
interesantes que aquellos que podemos tener ocasión de conocer a nuestro
alrededor. Durante las dos últimas décadas el nivel de ruido en el entorno público
y privado ha crecido de tal forma que cada vez es más difícil entenderse. El
silencio continúa siendo un elemento fundamental de la lectura, lo mismo que la
reflexión en solitario, es decir, que hay que tener tiempo para leer en un
mundo sin tiempo para aquello que no sea productivo de una manera inmediata. El
silencio siempre fue un lujo y Camba, en una de sus reflexiones sobre Nueva
York, sugirió la creación de una industria que lo embotellara y vendiera,
asegurando, y estoy seguro de que tenía toda la razón, que esta marca tendría
mucho éxito. Todavía nadie lo ha logrado. ¿Incorporarán los nuevos libros
electrónicos un paraguas de silencio entorno a su contenido? Pero hasta ahora
las encuestas y estudios que se han venido realizando nos confirman que la
juventud lee rodeada de pantallas de televisión, de conexiones musicales, de
videojuegos, de teléfonos móviles, etc. Aprender a leer y enseñar a leer va a
ser una tarea fundamental para este futuro inmediato. Y leer en los diversos
planos que exige hoy el conocimiento. Hemos vencido al analfabetismo, pero
otros subsiguientes todavía nos derrotan. Aquellos referidos a la comprensión y
al conocimiento de cuanto transmiten más allá las palabras. No estoy de acuerdo
con George Steiner (sin que esto sirva de precedente) en que el lugar de la
lectura en la civilización europea esté destinado a disminuir. Se lee más que
nunca y se leerá más que nunca, pero de otra manera, y esa manera es la que hay
que estudiar y analizar. Lo que sí tiene razón Steiner es que el tipo de
lectura que él ha definido y descrito como “clásica” se convierta de nuevo en
una “especie de pasión particular, que se enseñe en casas de lectura”.
Casas de lectura o yo diría casas de salud. Lugares silenciosos,
repletos de libros materiales o virtuales, donde el tiempo se remansa y uno se
encuentra con semejantes que quieren compartir las pasiones de los personajes
que otros crearon a lo largo de los siglos o, por qué no, leer también el arte,
la música, la arquitectura como antes, como siempre, desprovistos de todos los
ruidos. Casa de encuentro para disfrutar y gozar de la conversación sin
aparatos intermediarios aunque también a través de ellos conectar con otros
semejantes en diferentes partes del mundo para sentirse más secundados y
protegidos. En las iglesias de alguna manera se practica esto pero en
referencia a otro ser, en las casas de lectura el hombre se encontraría
a solas consigo mismo. Un vicio de clandestinidad escribe Michel Crépu, un
vicio impune decía Larbaud. En las iglesias orar, en las casas de lectura
leer, un contrapunto de la oración, meditando sobre la esencia espiritual del
hombre, pero también sobre lo material. ¿Qué efecto tendrá esta nueva realidad
en la lectura, en la función de los libros tal como los hemos conocido y amado?
se pregunta Steiner y Crépu contesta que hoy los jóvenes carecen de la
experiencia de la soledad, de la mirada “posada en la ventana sobre los
tejados, la experiencia de esa tristeza tan extraña y dulce que está en el
fondo de todos los libros como una luz de sombra, esa experiencia capital en la
que consiste la iniciación al mundo y a la finitud, esa experiencia se ve como
impedida, incluso prohibida…”. Casas de lectura para curarnos del mal de
vivir con la medicina del leer. El ocio como trabajo, trabajar para nosotros
mismos para ser más inteligentes y, por tanto, más libres en el saber elegir. Casas
de lectura
en medio de bosques de ruidos, el silencio se ha convertido en
un lujo. ¿Con qué me está compartiendo usted mientras me lee? 

                                                                                                          César Antonio Molina