Narraciones de acontecimientos fantásticos, hazañas de héroes, explicaciones de cuestiones difíciles de comprender, símbolos de protección o presentaciones de los diferentes dioses del panteón greco-latino, son las funciones a las que durante muchos siglos respondió la mitología, recogida en las grandes obras de la literatura clásica como la Ilíada, la Odisea o las Metamorfosis.

A lo largo de la historia, la mitología supone una fuente de inspiración para los artistas, dando lugar a un género propio en el que representar personajes, historias y hechos extraordinarios transmitidos a través de obras literarias y de la tradición oral. Este género fue especialmente valorado por reyes y nobles de diferentes épocas, que vieron en estas historias la posibilidad de demostrar su poder mediante la identificación con diferentes dioses, como la asociación de la monarquía española con la figura de Hércules. En otros casos, las historias narradas traían diferentes lecciones morales, sirviendo como ejemplo de comportamiento.

En definitiva, cuadros y esculturas con imágenes de la mitología clásica decoraron los grandes salones y jardines de los palacios de la monarquía y de la nobleza, pero también estaba presente en monedas, medallas o dibujos.  

También forman parte de este tema las historias y leyendas propias de un lugar, definitorias de una cultura como la cultura gallega, o también las diferentes imágenes y personificaciones de la muerte.