Los grabados de Goya
En las antiguas celdas monacales del convento de las Capuchinas, integrado en el actual museo con el proyecto de Manuel Gallego Jorreto, se exponen una selección de la colección de 233 estampas de Francisco de Goya custodiadas en el Museo de Belas Artes. Las imágenes, realizadas combinando las técnicas de grabado de la aguafuerte y aguatinta, se agrupan en diferentes series: Pinturas de Velázquez, Caprichos, Desastres de la guerra, Disparates y Tauromaquia.
Uno de los primeros trabajos de Goya como grabador son las estampas sobre cuadros de Velázquez, una serie realizada por el interés del rey Carlos III en difundir copias de las grandes obras que formaban parte de la Colección Real.
En la serie de los Caprichos, Goya muestra una visión de la España de su época, con estampas donde critica los vicios y costumbres de la sociedad, siempre en tono satírico, dando pie a diferentes interpretaciones desde que fue publicada y puesta a la venta en 1799. La selección de estampas se agrupa en diferentes temas: brujería, sátira eclesiástica y prácticas de la Inquisición; defensa de la verdad y la ciencia; crítica a los privilegiados y la monarquía; y, por último, superstición, ignorancia, vejez y castigos violentos... En muchas ocasiones, los personajes aparecen como seres animales y feos, siendo un reflejo de su propia moral.
La siguiente serie sobre los Desastres de la Guerra relata las crueldades y miserias producidas por la Guerra de la Independencia iniciada en 1808. Por la dureza de las imágenes, es la serie más dramática e intensa, en la que Goya aporta su visión sobre esta realidad, obviando lo heroico y haciendo hincapié en las fatales consecuencias que la violencia trae para el pueblo. Los temas son la guerra, el hambre y los llamados caprichos enfáticos, unas últimas láminas en las que se transmite su decepción por la restauración borbónica y la represión después de la guerra.
La serie más difícil de interpretar son los Disparates, hecha entre 1819 y 1823. En estas estampas, Goya recrea un mundo nocturno e infernal que refleja su pesimismo en los últimos años de su vida, una época oscura tras lo vivido en la guerra, la posguerra y la restauración del reinado absolutista de Fernando VII.
Por último, la serie sobre la Tauromaquia , de entre los años 1814 y 1816, muestra la originalidad de las corridas de toros de la época, con imágenes de hechos sonados como la muerte del torero Pepe Hillo. En algunas ocasiones, aporta una visión admirable del espectáculo y, en otras, la situación cruel del encuentro entre hombre y toro. Todas ellas son imágenes con movimiento y profundidad, con un punto de vista de pájaro que da la impresión de estar asistiendo al espectáculo.